Él tenía la imagen en la cabeza.
Había soñado con ella por siglos
sin encontrar una espalda con la sensualidad anhelada para ilustrarla.
Ella le ofreció la suya,
un día quince.
Pero él nunca encontró los pinceles y las acuarelas precisos
para tatuar aquella espalda rebelde.
15/11/2016
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